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La campaña

Si bien las opciones son dos, y las encuestas están bastante empatadas, el espacio otorgado a la campaña electoral dista de ser equitativo. Un decreto de emergencia impidió la aplicación de sanciones a aquellos medios de comunicación que hicieran una injusta distribución de la publicidad y tiempo en el aire de las distintas posiciones.

Los medios favorecen al sí, y las calles también. Las banderas, banners y carteles con la imagen de Erdoğan y del Primer Ministro Binali Yildirim (cuyo cargo, paradojicamente, desaparecería en caso de victoria) pidiendo el voto por EVET casi decuplican a los que piden por el no (Hayır).
Mientras Erdoğan y su primer ministro encabezan rallies de decenas de miles de personas, aún con ayuda del aparato estatal, las oposiciones organizan actos más pequeños y dispersos, en virtud de su público segmentado y heterogéneo, y apuestan a la viralización de su mensaje a través de las redes sociales.

Los actos por el no fueron, en múltiples ocasiones prohibidos en las ciudades gobernadas por el oficialismo, sin importar si eran impulsados por opositores pro-kurdos, izquierdistas, o ultranacionalistas. Otras veces, aún permitidos, los actos fueron atacados por grupos armados.
Del lado oficialista, los ministros del gobierno sufrieron la censura de los gobiernos europeos cuando intentaron hacer campaña para los millones de turcos en el exerior, generando incidentes diplomáticos y acusaciones de nazismo.
Mientras EVET propone la continuidad de las múltiples y faraónicas obras de infraestructura realizadas y planificadas por el AKP, y pide "estabilidad" para hacer crecer la nación, HAYIR alerta sobre la concentración del poder y el peligro de una dictadura.

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