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La Opo.

Si es cierto que la población turca esta dividida, groseramente, por mitades entre quienes apoyan y quiénes no apoyan al actual presidente, es mucho más difícil hablar de ellos como "la oposición".
No hay una, sino varias oposiciones, muchas veces con visiones irreconciliables.
Los enemigos del presidente islamista incluyen desde nacionalistas relativamente laicos, vinculados al viejo poder militar, y próximos a una concepción etnocentrista sobre la identidad turca, hasta la izquierda embanderada con los derechos de la población kurda y, en el medio, los representantes tradicionales del kemalismo.
Entre los principales opositores a la reforma se encuentra Meral Aksener, una dirigente disidente del ultranacionalista MHP,  cuyo nacionalismo identitario postula idealmente la comunión de los pueblos túrquicos desde Anatolia hasta el este de China, y el rechazo de cualquier elemento extranjerizante.
El CHP, partido fundado por Mustafa Kemal Ataturk, junto a la propia república, que mantiene el apoyo de cerca de un cuarto de la población, constituye la principal oposición institucional, aunque su fortaleza territorial se limita a las ciudades de la costa occidental, y al apoyo de las clases medias y medias-altas, más secularistas y occidentalizadas. Marcado por las ideas del fundador, el tradicional énfasis en el laicismo ha permitido que convivieran en el partido una tendencia más centrada en las ideas socialdemócratas y otra de inspiración más fuertemente nacionalista.
Por último, con un apoyo de alrededor del diez por ciento, el HDP encara la elección con sus principales dirigentes encarcelados, y bajo una intensa campaña descrédito por parte del gobierno central. El HDP surge de la amalgama entre las fuerzas representantes de la izquierda cultural turca, antinacionalista y antimilitarista, de escasa presencia territorial pero arragada en ámbitos como las universidades, y la izquierda kurda, históricamente perseguida por la prohibición de partidos políticos de base étnica o religiosa, custodiada a punta de bayoneta por el ejército turco y que, cada vez que le fue permitido presentarse a elecciones, mostró su enrme fortaleza en el sudeste empobrecido, donde los kurdos son mayoría.
Si una derrota en el referéndum debilitara al presidente cuestionando, incluso, su continuidad en el poder (algo que hoy parece lejano), estos actores partidarios no encontrarían condiciones, siquiera para debatir las bases de un orden diferente. Laicismo y libertad religiosa. Federalismo y unitarismo. Diáloguismo y militarismo. En ninguno de los principales debates que atravesaron a Turquía durante la última década los opositores encontrarían puntos en común, o incluso margen para el acuerdo. Excepto en uno. Todos ellos rechazan al presidente.

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